Las técnicas de pavimentación actuales, basadas en el conocimiento de nuestros antepasados

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Aplicaciones del producto

Los puentes y las calzadas romanas, abundantes por toda la geografía española, constituyen referencias históricas que dan prueba de las posibilidades del granito como material adecuado para la pavimentación de las calles de nuestras ciudades.

El imperio romano basó y escenificó su expansión por Europa y norte de África, en los cerca de 90000 km de calzada que, según algunos historiadores, se construyeron durante su dominación.

Dichas calzadas muestran, además de las excelencias de la piedra, un alto valor estético así como unas técnicas constructivas que, en cierta medida, podrían considerarse vigentes actualmente.

Una sección de una calzada romana presenta, en general, dos tipologías diferentes: calzadas con una capa de rodadura conformada por baldosas de piedra natural y aquellas otras en las que la capa de rodadura estaba constituida por un suelo más o menos granular al que se incorporaron encachados de piedra a fin de dificultar la erosión del pavimento.

Las primeras eran propias de las calles de las ciudades y su entorno más próximo, donde la baldosa superficial tenía como finalidad evitar la fuerte emisión del polvo que el otro tipo de calzadas –con la capa rodadura de materiales granulares – emitían al paso de los carruajes provistos de ruedas con llantas de metal.

Una calzada romana estaba constituida por cuatro capas a partir de la explanada natural: Pavimentum, Nucleus, Rudus, Statumen

La tipología de este sistema constructivo resulta sorprendentemente similar al de las calzadas actuales en el sentido de disponer, en ambos casos, de una configuración en cuatro capas, donde el Pavimentum sería la capa de rodadura, constituida por baldosas o adoquines, el Nucleus una cama de arena como asiento, el Rudus la base estructural y el Statumen una subbase que puede ser opcional.

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